En enero de 2020, a tan solo un año y medio de haberse casado, el Príncipe Harry, Duque de Sussex, y Meghan, Duquesa de Sussex, anunciaron que abandonarían sus cargos como miembros de la familia real. 

Dicha acción sin precedentes centró la atención de forma polémica en los gastos y los ingresos de los miembros de la familia real y sacudió los cimientos de la monarquía, de 1,500 años de antigüedad. 

El evento recibió el apodo de “Megxit” (un juego de palabras que hace referencia al “Brexit”), lo que refleja la suposición ampliamente reportada de que Meghan fue la impulsora del anuncio. No solo había fallado la integración de la persona que se casó con un miembro de la familia, sino que esto provocó que el Príncipe Harry fuese removido del cargo y de las responsabilidades para las cuales se había estado preparando durante 35 años.  

Las compañías invierten montos considerables de dinero para la incorporación de los nuevos empleados, ya que quieren que se conviertan en miembros contribuyentes del grupo a la brevedad posible. Los gerentes inteligentes saben que motivar a los nuevos empleados de manera consciente para que adopten su cultura ayudará a evitar la sensación de aislamiento o alienación que puede socavar la productividad y reducir la permanencia de un empleado. En cierta manera, un proceso de incorporación intencionado es simplemente una buena inversión financiera. Pero también supone un reconocimiento sensato de cuán vulnerables se pueden sentir los recién llegados a una organización.

En virtud de todo el conocimiento que las organizaciones empresariales han acumulado con respecto al valor de una buena experiencia de incorporación, la gran incógnita es por qué nos ha llevado tanto tiempo aprovechar esta información y ponerla en práctica para beneficio de las grandes familias. Al igual que las compañías sofisticadas, las familias que tienen una trayectoria de logros y patrimonio normalmente tienen sistemas complejos: políticas, reglas, expectativas, valores, acuerdos implícitos y tradiciones que los recién llegados pueden considerar misteriosos, absurdos o, cuando menos, inexplicables.

Cada familia tiene sus reglas, ya sean explícitas o implícitas. En las familias en las que el patrimonio es un factor, dichas reglas se pueden magnificar y consagrar en constituciones familiares, o bien, se pueden hacer cumplir mediante acuerdos colectivos implícitos que han sobrevivido por generaciones y sobre los cuales se ha hablado abiertamente solo después que una de las así llamadas “reglas” ha sido ignorada.

Cuando se rompen dichas reglas, ya sea a propósito o de manera involuntaria, y se toca un tema polémico o se siente que hubo una falta de respeto, los malentendidos pueden tener consecuencias imprevistas durante años, si no generaciones.

Qué no hacer. Hace años, la historiadora Barbara Tuchman escribió un libro denominado The March of Folly (La marcha de la locura), en el que describe las formas en que los líderes se debilitan a sí mismos, incluso cuando cuentan con toda la información que necesitan para tomar las decisiones correctas. Lo mismo sucede con la incorporación. A menudo las familias tienen gran parte de lo que necesitan para el lanzamiento de un programa, pero por algún motivo simplemente no se concreta. Estas son algunas advertencias.

  • No esperes. Es fácil posponer la creación de un plan de incorporación hasta que se vislumbre la llegada de un familiar nuevo. Las familias están ocupadas, no le dan importancia hasta que es importante. Sin embargo, las políticas de incorporación se aceptan con mayor facilidad cuando se habla de estas de manera general y no en relación con una persona específica. Si la conversación se torna personal, la oportunidad de herir susceptibilidades y de que haya una mala comunicación es mayor. Desarrollar un plan de incorporación antes de que este se necesite hace saber a todos los familiares lo siguiente: “Debemos tener determinación en cuanto al proceso de dar la bienvenida a los familiares nuevos”. Este es el momento en el que las actitudes y preocupaciones inesperadas se pueden abordar de una mejor manera. ¿Quién sabía que la tía Susan tenía opiniones tan firmes sobre el tipo de información que se debe o no se debe compartir con los cónyuges? ¿Quién hubiera pensado que los jóvenes varones de la familia creen que tienen “derechos de aprobación”? Es posible descubrir y abordar todo tipo de actitudes inesperadas antes que se conviertan en obstáculos para dar la bienvenida a un recién llegado.
  • No pierdas la oportunidad. Un plan de incorporación puede ser un catalizador para inspirar un enfoque familiar en cuanto a la orientación, la educación y el compromiso. (El hecho de que la generación en ascenso haya nacido en una cultura de patrimonio no significa que comprenda la titularidad responsable del patrimonio). Reconsiderar las expectativas, la visión y la misión puede ser tan esclarecedor para los adolescentes como para cualquier persona que recientemente se haya casado con un miembro de la familia. Las familias del siglo XXI comprenden que preparar a los familiares para el futuro, al igual que preparar a los atletas de clase mundial o a los músicos consumados, no es algo que se realice de manera adicional o en los ratos libres, sino que es un aspecto constante de la vida familiar.
  • No hagas que tu programa de incorporación sea referente a “lo que no se debe hacer”. La meta es dar la bienvenida al recién llegado, no establecer una dinámica de “tú y nosotros”. Desafortunadamente, ese resultado no es raro en las familias que tienen opiniones firmes con respecto a quien es familiar de sangre y quien no lo es, y lo que eso significa. Otra enseñanza muy buena del mundo empresarial es el valor de la diversidad. Las familias que aprecian el liderazgo y el talento que el nuevo yerno o nuera aporta comprenden que toda la familia se puede enriquecer con su presencia. La meta es aceptar el cambio, no combatirlo.
  • No olvides que tu familiar también se está uniendo a una nueva familia. Los familiares nuevos normalmente llegan con un largo historial de su propia cultura y sistema familiares. Puede resultar tentador, aunque es imprudente, suponer que tu familia es la dominante o “la más importante”, especialmente cuando están involucrados fideicomisos o activos considerables. Con demasiada frecuencia se transmite un mensaje de que la parte que se unirá a la familia es la “parte menos importante”, lo que puede generar problemas de desigualdad fiscal, prejuicio de clase, resentimiento e incluso crisis de confianza. Dar la bienvenida a un familiar nuevo no significa acoger a toda una prole, pero sí significa que se debe ser consciente de que esta nueva fusión ofrece oportunidades de intercambio, y no de dominación.

Qué hacer. La incorporación señala una actitud proactiva y positiva de parte de la familia. Hace saber a toda la familia, y no solo al miembro que ingresa a esta, que “prevemos el futuro, lo planificamos y esperamos con ansia que llegue”. Estos recordatorios respaldan dicha mentalidad.

  • Aborda la incorporación con una mentalidad del siglo XXI. Sin importar cuán protectores nos hayamos vuelto con respecto a nuestras familias en el contexto de la Covid-19, la diversidad en las familias es una fortaleza, y no una amenaza, para los sistemas familiares. La inclusión y la integración son metas estratégicas y no motivos de sospecha. Además, los familiares nuevos pueden ser los catalizadores de cambio positivo en las familias, precisamente en un momento en el que el futuro luce un tanto turbio. ¿Qué talentos, puntos de vista nuevos y perspectivas aportan? Las perspectivas nuevas del recién llegado, si se le invita y valora, pueden ofrecer aportaciones inesperadas. Hay quienes han comparado a los familiares nuevos con los inmigrantes que tienen que aprender a ajustarse a un nuevo país. Dicha analogía tiene sentido, aunque las familias más progresistas tratan de ayudar a que toda la familia evolucione a medida que ingresan miembros diversos al sistema. Se trata de un enfoque más moderno y consistente con respecto a la dinámica familiar en comparación con un enfoque más tradicional y normativo.
  • Sé claro con respecto a los papeles y responsabilidades. Esta es otra oportunidad para toda la familia. A menudo los familiares (hermanos o primos) compiten por los cargos de formas tácitas que en ocasiones son sutiles y en ocasiones son inaceptables. Esto puede ocurrir debido a que la familia no pone en claro quien está a cargo, qué privilegios tiene cada quien, qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Es posible que los recién llegados sean vistos como amenazas al poder o a los privilegios sobre los cuales no tienen conocimiento. Evitar una bienvenida distante es más fácil cuando los familiares se sienten bien consigo mismos y con los puestos que ocupan en la familia.
  • Establece ritos de iniciación y orientaciones. Haz que se trate de algo real y oficial. Algunas familias conceden una “chaqueta de la familia” cuando llega una persona nueva a la familia. Otras familias emparejan a la persona con un familiar o colega que le pueda enseñar cómo se hacen las cosas, responder a preguntas vergonzosas y explicarle la rara historia que el tío Bob contó durante la cena. En algunas familias, de hecho, hay una sesión para las “personas que se casaron con un miembro de la familia” que forma parte de las reuniones familiares normales. Sin importar cuál sea el plan, este debe ser cordial y estar bien pensado.
  • Ofrece una experiencia de aprendizaje continuo. Las familias buscan el compromiso de parte de los familiares nuevos. Sin embargo, a menudo no se dan cuenta que no se puede esperar compromiso alguno si no hay comprensión, y que no se puede obtener comprensión si no hay educación. En este caso, el término “educación” se debe emplear en su sentido amplio. No se trata simplemente de la educación financiera o de los conocimientos básicos de administración patrimonial. Más bien, se trata del sistema familiar en su totalidad, incluidos los valores, el legado, la visión, la comunicación, el gobierno, las tradiciones y la cultura familiar, entre otras cosas, y es crítico iniciar con el porqué. No lo conviertas en una tarea aburrida. Explica que la educación brinda oportunidades para desempeñar un papel más activo en la familia, para participar en ciertos comités y para tener voz en ciertas decisiones. Y recuerda que no se trata de hacer que vuelvan a la escuela. Hay muchas maneras distintas para aprender, comenzando con involucrarse en las reuniones familiares y escuchar de forma activa. Además, debes asegurar que sea sencillo y práctico, ya que se trata de aplicar lo aprendido. Haz que la educación sea participativa y no normativa. Pregunta a los familiares nuevos lo que les gustaría aprender. Sobre todo, asegúrate que sea incluyente y justa. Incluye a otros familiares que también se podrían beneficiar de la experiencia. No la conviertas en una prueba para los familiares nuevos sino en una oportunidad para todos. Y por último, no la conviertas en un evento sino en el inicio de un proceso para toda la familia. En medio del cambio acelerado y de la incertidumbre, solo las personas que aprenden de manera constante tendrán la agilidad para adaptarse.

Pero, ¿qué sucedería si no lo hicieras?

Supongamos que en cinco años a futuro, uno de lo cónyuges (o el hijo adulto que ahora forma parte de la familia debido al matrimonio) jamás se dio por enterado. ¿Qué sucede si persiste cierta incomodidad? ¿Ahora qué? La evasión, o pretender que todo está bien cuando no es así, no es la respuesta.

El tiempo tiene una manera desagradable de consolidar los errores cometidos al principio y, cuanto más esperes, más se arraigarán. Este es el momento para iniciar una experiencia de incorporación tardía y retomar el control.

Podrías decir: “Cuando te uniste a la familia, no habíamos implementado un proceso de incorporación, lo que fue un error de nuestra parte. Nos gustaría disculparnos por el estrés que hayas experimentado y nos gustaría tener tu ayuda para forjar un trayecto más fácil para los recién llegados futuros. ¿Nos ayudarías a crear dicho programa?” La mayoría de los excelentes programas de incorporación fueron puestos en marcha por familias que fueron de las primeras en implementarlos. No fue sino hasta hace poco que un mayor número de familias han comenzado a identificar los beneficios de dichos programas. No te mortifiques, pero sé sincero con los familiares para quienes tal vez las cosas no hayan sido tan fáciles. Aborda la deficiencia con sinceridad e invítalos a formar parte de un futuro más inteligente.

La innovación empresarial se acepta como un imperativo de la sostenibilidad, la resiliencia y el bienestar económico de la organización. La integración de los familiares nuevos es una innovación en la vida familiar. Se trata de una práctica que tiene el objetivo de cumplir el deseo que toda familia tiene en cuanto a la sostenibilidad, la resiliencia y la cohesión familiar. La innovación es tan importante en la vida familiar como en la vida empresarial, y la introducción de este invento social podría influir en el surgimiento de una cultura de innovación totalmente nueva en la familia.