Las empresas, especialmente aquellas que tienen cadenas de suministro complejas, están acostumbradas a hacer funcionar, y reaccionar, a lo que la economía les arroja. Pero la pandemia puso obstáculos a los cuales no pudieron prepararse incluso aquellos que tenían planes detallados de respaldo. Esto condujo a interrupciones en sectores desde alimentos y bebidas hasta electrónica, bienes de consumo y casi cualquier otro fabricante global.

De acuerdo con EY, casi tres de cada cuatro compañías (72 %) sufrieron interrupciones en la cadena de suministro, y el 57 % informó interrupciones graves.[1] Esto forzó a las compañías a hacer preguntas difíciles: ¿dónde recortarían la inversión? ¿qué opciones ulteriores existían y qué haría que la compañía siga funcionando? Con tantas variables relacionadas con el corazón de la cadena de suministro, no sorprende que las empresas sientan la presión.

Dónde ocurrió la presión, sin embargo, dependió del sector de operaciones, si la demanda de los productos creció o no durante la pandemia y cómo impactó el COVID-19 en los empleados. Debido a la magnitud del impacto, observamos diferentes áreas donde ocurrieron los problemas de la cadena de suministro y cómo respondieron las empresas.

Los rechazos de la demanda fuerzan a las firmas hacia el modo de supervivencia

Las organizaciones saben que pueden enfrentar momentos en que las ventas decaen. Pero, ¿planificar para el momento en el que las ventas desaparecen de la noche a la mañana? Bueno, esto no se incluye con frecuencia incluso en las situaciones límites que tienen en cuenta los planificadores de riesgo. Incluso, para algunos sectores, la demanda bajó a niveles insignificantes en días.

Los proveedores de comidas de restaurantes repentinamente tenían productos, pero no se los podían vender a nadie. Los proveedores de oficinas vieron que las firmas cerraron sus sedes principales, los empleados tuvieron que trabajar desde sus casas, y esto redujo la necesidad de elementos de oficina. Las compañías industriales sufrieron pérdidas casi universales debido a la falta de actividad en otros sectores.

Tal reducción en la demanda puede destruir sociedades y dificultar el aumento de la producción cuando vuelva la demanda. Responder a la desaparición de clientes requirió trabajar con proveedores y socios para reducir el flujo de productos. Pero las empresas también adoptaron un enfoque más agresivo para su cadena de suministro, lo que creó nuevas líneas de ventas para asegurar que las operaciones continuaran después de la pandemia. Algunos distribuidores de restaurantes, por ejemplo, vendieron directamente a los consumidores, lo que permitió que cierto nivel de producción continuara. Esto también permitió que estas firmas permanecieran listas para el momento en que la demanda, y la producción, volvieran a aumentar.

El aumento de la demanda requiere redistribución de recursos

Del otro lado de la moneda de la curva de la demanda por COVID, ciertas industrias vieron un aumento en la necesidad. Los productos de consumidores proporcionaron un ejemplo escueto de este aumento. Los productos enlatados y el papel higiénico, por ejemplo, se tornaron elementos que los supermercados tuvieron que racionar debido a su acaparamiento por parte de los consumidores.

Las compañías que sufrieron este impacto agudizado tuvieron que reorganizar los recursos para permitir una mayor producción. En lugar de lanzar nuevos productos o invertir en nuevas líneas de negocio, muchos de estos fabricantes debieron cambiar la inversión hacia la cadena de suministro para animar la producción continua de los elementos que presentaron la demanda agudizada.

Estas mismas firmas tuvieron que reconocer cuándo la demanda sería más débil para garantizar que la producción no se sobrecalentara para cuando los consumidores dejaran de buscar los materiales en la misma proporción.

Las mayores barreras comerciales produjeron una mejor planificación de emergencia

Las cadenas de suministro se volvieron obras de arte coordinadas de manera internacional. Pero cuando golpeó el COVID, los países debieron establecer barreras para evitar los viajes y así contener la propagación del virus. Esto puso obstáculos en las compañías, ya que debieron determinar cuáles socios podrían continuar operando, qué proveedores podrían cruzar las fronteras del país y dónde podrían ocurrir atascos.

En respuesta a los cierres, algunas compañías recurrieron a proveedores locales. En una encuesta de líderes de cadena de suministro de julio de 2020, el 40 % afirmó que planificaban trabajar en torno a la resiliencia en la cadena de suministro al pasar a soluciones desde lugares adyacentes. Esta táctica incluye encontrar proveedores en países cercanos o en el país donde residen los mercados objetivo del fabricante para reducir el impacto de los cierres que afectaron fronteras enteras. Otro 38 % dijo que planifican regionalizar la cadena de suministro.[2]

Esto también dejó a las firmas trabajando sobre la marcha para encontrar a otros proveedores que puedan ofrecer los mismos servicios en caso de que los problemas vuelvan a surgir. Muchos han desarrollado planes de emergencia para detallar las opciones de ajustes rápido y proveedores a los que pudieran recurrir en el momento si ocurren futuros cierres de puertos, ciudades o países.

La falta de mano de obra calificada obligó a la innovación tecnológica

Algunas industrias requieren que el flujo de mano de obra entre y salga del país para operar a capacidad completa. El sector agrícola sufrió una falta de mano de obra calificada debido al cierre de fronteras de los países. Casi tres de cuatro agricultores de los EE. UU. son inmigrantes, trabajadores migrantes o alguien que depende de una visa de agricultura.[3] Pero con las fronteras cerradas, las organizaciones no pudieron encontrar una oferta completa de mano de obra. Esto impactó también a la mayor parte de la agricultura europea.

La agricultura no es la única industria que enfrentó este problema. Los fabricantes tuvieron empleados que no pudieron trabajar en el lugar debido a los brotes de COVID. Esto se tradujo en la interrupción de la producción o en generar otra solución.

En respuesta a esto, muchos fabricantes implementaron controles de seguridad, pero también aumentaron el uso de la información y la robótica, cuando sea posible, para aliviar las preocupaciones en cuanto a la mano de obra. Casi la mitad de las firmas planificaron aumentar la velocidad en la que implementan la automatización o el uso de la robótica en respuesta al COVID.[4]

Los cierres afectan fábricas específicas

La pandemia le dio a las organizaciones la comprensión que se necesita para tener un mejor entendimiento de los peligros potenciales y debilidades en su cadena de suministro. En una encuesta, el 83 % de las empresas dicen que ahora están más conscientes de los problemas que enfrenta su cadena de suministro, especialmente los que pueden surgir debido a cierres.[5] Ya sea que el cierre ocurrió debido a un brote de COVID o a problemas en las operaciones comerciales, las compañías tuvieron que generar mejores prácticas de riesgo, que incluyeron agregar más socios a los que pudieran recurrir si ocurre un cierre repentino.

Las empresas también abordaron este problema de otra manera: entendiendo cada parte del proceso de fabricación a fin de ofrecer visibilidad en la cadena de suministro. Esto les permite conocer a cada socio o subcontratista que maneja las piezas o herramientas durante el proceso de construcción. También proporciona transparencia en la forma en que las piezas se mueven a través de los pisos de la fábrica y hacia las manos de los consumidores o clientes. Al invertir en tecnología para proporcionar esta perspectiva, las compañías tienen mejor claridad en cuanto a dónde se pueden producir cierres, o bien, tener herramientas para sortear el cierre, cuando ocurra.

No volver a estar con la guardia baja es un esfuerzo, que puede ser la mejor lección aprendida en la pandemia para la cadena de suministro.