En diez años, mi esposo y yo seremos elegibles para ser semi-jubilados jóvenes y fabulosos a medida que se aproxima su vigésimo año de servicio militar. Al enlistarse, sabíamos que al pasar 10 años llegaría nuestra fecha límite para el todo o nada en cuanto a decidir si él permanecería o no en el servicio militar a largo plazo, o si se retiraría para buscar oportunidades de empleo como civil. Pues bien, el que no arriesga no gana. Veinte años, aquí vamos.

El Ejército de los Estados Unidos tiene una de las pensiones más generosas, pero bien merecidas y ganadas con mucho esfuerzo. Después de dedicar 20 años de servicio a nuestro país, mi esposo recibirá una pensión del 50 %, calculada al obtener el promedio de sus últimos tres años de sueldo base, basado en el tiempo que lleva en su grado de pago. Pero eso no es todo.

Además de sus beneficios acumulados (pensión adquirida), optamos por participar en el Programa de ahorros para el retiro (TSP, por sus siglas en inglés), el cual funciona como la versión militar de un plan 401(k). El programa TSP inicialmente operaba como programa de inversiones de impuestos diferidos (lo que significa que no se pagan impuestos sobre los fondos que haya ahorrado sino hasta que retire los fondos en su jubilación a partir de los 59 años y medio), aunque ahora el programa TSP ofrece opciones de inversión parecidas al fondo de inversión “Roth”, las cuales le permiten invertir cantidades de dinero sobre las cuales ya ha pagado impuestos, lo que significa que puede optar por pagar las tasas impositivas actuales en lugar de las tasas impositivas futuras.

¿Por qué nos agradan las opciones de inversión tipo Roth del TSP? Contamos con el hecho de que pagaremos una tasa impositiva más alta en nuestros años de jubilación, porque tenemos planes de seguir trabajando. Preferimos ahorrar hoy montos después de impuestos con una tasa menor de impuesto sobre los ingresos que retirar dinero en efectivo gravable en el futuro con una tasa más alta de impuesto sobre los ingresos.

Los fondos varían de las estrategias de inversión conservadoras a las agresivas, y también puede optar por participar en los fondos de ciclo de vida de gestión integral (fondos L), que modifican automáticamente sus bienes desde una estrategia agresiva cuando esté más lejos de la jubilación, hasta un enfoque de inversión más conservador cuanto más cerca esté de jubilarse.

Además de la jubilación militar de mi esposo y de aprovechar el plan de ahorros para el retiro, también recibe aportaciones en el programa Montgomery GI Bill (MGIB), el cual se convertirá en el programa Post-9/11 GI Bill y nos ayudará a cubrir el costo de la educación superior de nuestras dos hijas. Al inicio de su carrera optó por utilizar su beneficio de asistencia para matrícula (TA) para terminar su título de maestría, el cual no solo le ayudará a impulsar su carrera militar, sino que también se traducirá en mejores oportunidades laborales una vez que salga del servicio militar.

¿Y yo? ¿Qué he hecho para contribuir a nuestros importantes planes de jubilación? Creí que jamás lo preguntaría. Como cónyuge militar, ha sido un gran reto para mí conservar un empleo de tiempo completo en los últimos 10 años, pero eso no significa que no sea capaz de realizar aportaciones a mis ahorros propios para la jubilación. Cuando trabajaba tiempo completo, realicé aportaciones a mi plan 401(k) con mi empleador y aún tengo dichas cuentas. También abrí una cuenta IRA Roth en la cual he estado depositando $200 al mes desde 2008, independientemente de que haya estado trabajando o no.

¡No sean padres bumerán! Nuestros hijos son una de nuestras mayores motivaciones para ahorrar para la jubilación. Creo que todos hemos escuchado sobre los hijos bumerán, pero, ¿qué piensa acerca de los padres bumerán? Lo último que queremos hacer es convertirnos en una carga para nuestros hijos cuando sean adultos. Considere que su planificación para la jubilación es el mejor regalo que le puede dar a sus hijos, sin excepción”.

¿No sabes por dónde empezar o qué hacer? No estás solo. Al principio, realmente no sabíamos lo que estábamos haciendo, aunque sabíamos que guardar algo de dinero era mejor que no guardar nada. Pusimos nuestros ahorros para la jubilación en piloto automático al establecer un plan de ahorro sistemático con el sueldo de mi esposo. Después de algunos años de arreglárnosla por cuenta propia, trabajamos con un planificador financiero certificado (CFP) para que nos ayudara a asegurarnos que nuestra jubilación iba por buen camino. Reunirnos con un CFP fue una experiencia muy buena, ya que no solo aprendimos mucho, sino que nos dio excelentes consejos y confirmó una y otra vez que estábamos tomando las medidas correctas para garantizar nuestra seguridad financiera para la jubilación.