Con su perro de servicio, Pilot, a sus pies, Timothy Kellermann no pudo evitar ponerse a llorar mientras hablaba del tiempo en que sirvió en la 10.ª División de Montaña y en la 82.ª División Aerotransportada con el Ejército de los EE. UU.
“Llegué a casa muy retraído”, expresó acerca de su período de combate de 13 meses en Afganistán. “Es muy difícil hablar al respecto. Es difícil explicar las cosas cuando vuelve, a menos que lo haya experimentado. Apartaba a todos de mi lado”.
Es una experiencia sentida por muchos veteranos que enfrentaron circunstancias inimaginables mientras estaban en servicio activo.
El paracaidista veterano John Kelly prestó servicio con la 4.ª Brigada, la 25.ª división de infantería en Anchorage, Alaska, y fue desplegado a Afganistán.
“Los paracaidistas van al lugar de la batalla, y luchan donde la batalla es más difícil”, expresó Kelly.
Mientras prestaba servicio en el extranjero, Kelly vio morir a cinco miembros de su brigada. Llegó a casa y tuvo muchos problemas para adaptarse. Adelantamos cinco años, y Kelly dice que estaba a punto del suicidio.
Afortunadamente, ambos hombres recibieron perros de servicio médico a través de Guardian Angels Medical Service Dogs (GAMSD), y sus perspectivas sobre la vida y el vivir cambiaron casi de inmediato.
“Recibí mi perro y ella se llevó todo eso”, expresó Kellermann respecto a sus sentimientos de aislamiento y las pesadillas que sufría. “En la primera semana, solo pasando por el proceso de vinculación, dormí tanto que no podía creerlo. Ahora no tengo que que tengo una pistola al alcance; de hecho, puedo dormir sin un ojo abierto. Ella me protege durante la noche. Es absolutamente increíble”.
Aunque el movimiento para proporcionar perros de servicio ha ganado impulso en los últimos años, su historia en los EE. UU. se remonta a 1929 cuando se estableció la primera escuela de perros guía para servir a los ciegos. Durante la década de 1960, la práctica de usar perros de servicio para ayudar a las personas con discapacidades se generalizó. Uno de los primeros emparejamientos de un perro de servicio con un veterano lesionado fue en 2005 cuando un guardia nacional perdió la pierna derecha en Irak. Padeciendo una lesión cerebral y el trastorno por estrés postraumático, fue colocado con un perro que le ayudaba con sus necesidades físicas y proporcionaba apoyo emocional.
Una inversión de $22,000 que salva vidas
En los días previos al Día de los Veteranos casi 600 personas y sus mascotas vinieron al Parque Frick de Pittsburgh para participar en el segundo Community Mutt Strut anual. PNC Bank volvió como patrocinador del evento y ayudó a recaudar aproximadamente $300,000 para ayudar a GAMSD en sus esfuerzos para entrenar y emparejar perros de servicio con veteranos que sufren de TEPT, lesión cerebral traumática, trastornos convulsivos, problemas de movilidad y mucho más. Eso representa $100,000 más que el evento inaugural del año pasado que recaudó lo suficiente como para proporcionar nueve perros de servicio. Con lo recaudado, aproximadamente 13 veteranos más como Kellerman y Kelly pudieron tener la misma experiencia de sentirse seguros de nuevo.
Sin duda existe la necesidad de la recaudación de fondos. Entrenar a un perro para cuidar de su ser humano es un proceso que tarda hasta dos años y cuesta aproximadamente $22,000, y esa inversión vale la pena, ya que se estima que 20 veteranos se quitan la vida todos los días. De hecho, GAMSD ha emparejado a más de 180 perros con veteranos desde 2010, y de esas vinculaciones, no se ha perdido ninguna vida por suicidio.
El evento es aproximadamente un 40 por ciento más grande este año en términos de dólares, personas y perros. Creo que van a necesitar un parque más grande el año que viene.
- Greg Jordan, director jurídico y director administrativo de PNC, y presidente del Mutt Strut
“Es tan importante ser capaz de recaudar fondos para estos perros, porque donamos cada uno de ellos a un receptor veterano”, expresó Carol Borden, fundadora, directora general y directora ejecutiva (Chief Executive Officer, CEO) de GAMSD. “Hay muchos niveles de entrenamiento que tienen que pasar para llegar a donde pueden comportarse en las multitudes, con muchas cosas diferentes sucediendo, y todavía estar en sintonía con las necesidades de sus manejadores”.
Para Jessica Taucher, una participante y voluntaria de PNC en Mutt Strut, participar en el evento era incuestionable.
“No me alisté al servicio militar, pero quería dar a una causa querida y cercana a mi corazón”, expresó la residente de Pittsburgh. Ambos padres de Taucher se alistaron como reservistas del Ejército y, dado su servicio, así como todos los hombres de su familia hasta su abuelo en la Segunda Guerra Mundial, Jessica sintió la necesidad de participar en el evento, para “apoyar a los que han servido, en honor a mi familia”.
Los participantes ayudan a transformar vidas
“Recibir mi perro me ha cambiado la vida absolutamente”, expresó Kellermann. “Han sido 10 años locos, y este último año ha sido increíble. Todavía tengo mis momentos, pero está mejorando. No es una cura, pero es una gran ayuda. Una gran ayuda en el proceso”.
John Kelly está de acuerdo. “Era alguien que estaba completamente aislado y no involucrado con mi familia en absoluto. Y ahora soy Thomas el conductor del tren, y ahora me la paso en el piso para ho